Hay noches en las que sobra media luna, y no es porque sea
llena como lo está hoy, sino porque no tenemos mirada bastante para admirarla. Es lo más parecido a
cuando te sientas en silencio a dos metros de mi sillón y tu ventana. En estos casos el reojo acaba la
noche muy fatigado, cosa que bien mereces. Acércate un poco que ya refresca.
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